La pandemia no ha sido solo una crisis sanitaria y económica de inmensas proporciones, sino también una reestructuración socio laboral que conlleva multitud de cambios personales y profesionales. Uno de ellos, es un nuevo diseño de oficinas más orientado al usuario y con más espacios dedicados a colaborar y a la innovación creativa y menos m² para el trabajo individual.
En términos generales, el teletrabajo ha funcionando, y por ello, después de esta experiencia forzada, todas las compañías están pensando en implementar el trabajo remoto como una práctica más en sus dinámicas, lo que llevará consigo cambios importantes a nivel organizativo, tecnológico y de gestión de personas.
El regreso a los centros de trabajo, aunque sea solo algunos días a la semana, replantea el cómo, cuándo y dónde trabajamos. ¿Si podemos trabajar desde cualquier lugar, para qué vamos a ir a la oficina? La respuesta es clara: a interactuar con otros y a conectar con la marca.
En este sentido, la oficina cobra valor como un activo estratégico para las empresas, por ser el único espacio válido realmente para compartir experiencias y conocimiento.
A medida que las empresas apuestan por sistemas híbridos, en los que los empleados trabajan desde diferentes lugares, el diseño de las oficinas, concebido como ese espacio común que nos vincula, puede ayudar a los trabajadores a sentirse parte de una comunidad, minimizando el impacto negativo que la pérdida de la interacción cara a cara puede tener en el bienestar emocional.
Oficinas orientadas al usuario, del “tengo que ir a la oficina” al “quiero ir a la oficina”
Pero, después de la experiencia del home office, ¿estamos dispuestos a colaborar con otros en cualquier entorno?
Si las empresas quieren que sus trabajadores acudan voluntariamente a sus centros de trabajo, tendrán que crear oficinas diferenciadas en las que los empleados se sientan a gusto. Solo así pasaremos del “tengo que ir a la oficina” al “quiero ir a la oficina”.
Esto se traduce en diseños de oficina experienciales más orientados al usuario y a todo lo que necesita para trabajar bien. Es decir, diseños que piensen en las personas como nunca antes se había hecho.
Los trabajadores están pidiendo a las empresas que les proporcionen un espacio de trabajo sano, seguro y que les ayude a dar los mejor de sí mismos. Quieren “sentirse como en casa” pero en un espacio que les facilite su trabajo tanto en términos de tecnología como de operatividad.
Estamos ante una oportunidad única de crear un nuevo lugar de trabajo que ponga a las personas y sus necesidades en el centro. Al cuidar a sus empleados, las empresas facilitarán las condiciones óptimas para el mejor desempeño de sus plantillas.
Invertir en el bienestar de los empleados impulsará la eficacia de los equipos y será un importante factor diferenciador en la atracción y retención del talento, especialmente entre las generaciones más jóvenes.
Debemos avanzar hacia entornos laborales más humanos, conectados y sostenibles que estén a la altura de lo que los empleados esperan de sus empresas. Es el nuevo propósito de los espacios laborales.
La pregunta es: ¿el espacio es realmente funcional, sano y estimulante para cada una de las personas que lo utilizan?
El diseño centrado en el usuario es una manera de hacer que los lugares de trabajo no solo sean más eficientes desde el punto de vista operativo. Sino que también sean más positivos para las personas, proporcionándoles un bienestar físico, mental y emociona,