Desde hace ya algunos años venimos asistiendo a un nuevo modelo de ocupación en las oficinas, con mayor protagonismo de conceptos como flexibilidad, sentimiento de pertenencia, bienestar de las personas y la sostenibilidad.
Los usuarios se plantean los espacios de trabajo como un lugar de encuentro entre compañeros. Son lugares en los que se produce un intercambio social y se despliegan las relaciones interpersonales.
No solo se interactúa, también se intercambian los usos y los espacios, perdiendo esa vinculación con la propiedad individual en el puesto de trabajo. Culturalmente, esto se contextualiza en el marco del cambio de un modelo de liderazgo basado en el control a un modelo de confianza en las organizaciones, que deja atrás los modelos jerárquicos.
Otro cambio significativo hace referencia a la localización de los centros de trabajo. Muchas compañías antes de la pandemia ya empezaban a valorar el tener su sede social en el centro de la ciudad, abandonando las zonas periféricas. Es decir, según nos explica Covadonga G. Quintana, socia directora de plug&go, “una compañía evalúa su localización por su estrategia y core business, antes que por una tendencia o un movimiento que vaya asociada a esta pandemia, por ejemplo”.
El mundo en el que vivimos es cada vez más experiencial y lo que se busca es generar experiencia de cliente, tanto interno como externo. “Está claro que el talento de tu gente es lo que realmente te diferencia, y eso tiene que tener una marca personal y una marca de compañía”, afirma Covadonga. El respirar el ADN de una compañía es lo que te diferencia de tus competidores.
“Una de las cosas que se trabaja cada vez más en las organizaciones es la cultura y el propósito”.
Es decir, ya no se trata de buscar una sede que sea casi un escaparate -como sucedía hace años-, sino que cada vez más las compañías buscan en sus oficinas un espacio en que interactuar, innovar, crear marca y sentimiento de pertenencia. Un espacio que, por encima de todo, cuide a sus empleados.
En ese sentido, el bienestar -como concepto que engloba la sostenibilidad- es fundamental: los clientes tienen cada vez más en cuenta el bienestar de usuario en un sentido muy basado en personas. “Todas las compañías están incorporando criterios de sostenibilidad, desde los materiales con los que trabajamos en la implantación hasta lo que colocas en el vending para empleados o qué tipos de alimentación das”, explica Covadonga. Se trata mirar no sólo el contenedor, sino también el contenido, como un ecosistema donde todo interactúa, y de ahí la Certificación Well.
La oficina como anclaje de marca en el nuevo modelo de ocupación
“Venimos de un modelo más industrial donde se pagaba a la gente por horas y por presencia, para pasar a un modelo digital que todavía no está aterrizado a nivel regulatorio, donde se trabaja por objetivos y donde la presencia no es importante, con lo cual tiene sentido que el modelo se regule de otra forma”, afirma Covadonga.
La regulación debe llegar basada en ese cambio de paradigma, de fábrica, de digitalización, de presencia, poder estar en entornos visibles o no visibles para otros, es decir, de confianza y no control. Así, la arquitectura corporativa incide y marca la experiencia de las personas en su interacción social, ofreciendo múltiples posibilidades para su comunicación y bienestar.
En plug&go estamos convencidos de que la oficina tendrá más sentido que nunca como anclaje de marca y como facilitador de experiencias sociales. E iremos a la oficina porque queramos ir, no porque tengamos que hacerlo.