Cuatro de sus proyectos más singulares se inaugurarán en lo que queda de año
Tras la muerte de la reconocida arquitecta, el legado de Zaha Hadid se ha sopesado y discutido estos días en periódicos y revistas y, sin duda, deberá valorarse de nuevo pasado un tiempo. Para entonces, la herencia de la primera gran arquitecta global se habrá ampliado. Como el Cid, que célebremente ganó batallas después de muerto, los trabajos que la autora del Maxxi de Roma tenía en marcha continúan aflorando tras su fallecimiento el pasado 30 de marzo.
Desde su estudio en Londres informan de que, en lo que queda de año, la arquitecta angloiraquí tenía previsto inaugurar cuatro de sus proyectos más singulares. Así tendremos por delante un año de inauguraciones de esta famosa arquitecta.
En Italia, la terminal marítima de Salerno comenzará a funcionar a finales de abril 2016, mientras que en Bélgica, las oficinas centrales del puerto de Amberes estarán listas en septiembre. Un mes después, en octubre el Centro de Investigación del Petróleo Rey Abdullah abrirá sus puertas en Riad (Arabia Saudí). Y para cerrar con broche de oro la de menor tamaño pero tal vez la de mayor significado, las salas dedicadas a las Matemáticas en el Museo de la Ciencia de Londres, donde Hadid vivió más de la mitad de su vida, estarán listas en diciembre.
Más allá de las obras que su estudio se ha volcado en terminar y continuar, sus colaboradores tienen pendiente un acto simbólico: el traslado del estudio al antiguo edificio racionalista junto a la Torre de Londres que acogía hasta ahora al Museo del Diseño y que la arquitecta adquirió. Con ese mar de novedades póstumas de fondo, las primeras piezas de ese legado han comenzado ya a presentarse.
En el último Salone del mueble de Milán Hadid era, paradójicamente, la gran ausente y, sin embargo, también la arquitecta más presente. Las firmas que tenían previsto lanzar sus últimos diseños de mobiliario lo hicieron junto a grandes imágenes de la arquitecta a modo de homenaje, reclamo, o de ambos a la vez.
Así, en el showroom de una empresa mítica, como la italiana Cassina –que tiene en su catálogo diseños de Le Corbusier, Frank Lloyd Wright o Charlotte Perriand- Hadid estaba representada por la muy contenida butaca ZH One, que guardaba el sello de forma líquida (marca distintiva de la arquitecta) para sus patas.
También el stand de la firma Sawaya & Moroni lo presidía el retrato de dame Zaha Hadid. Tras años de producir diseños que convertían un sofá o una silla en un mueble tan impactante como escurridizo -el sofá Glacier data del año 2000-, esta primavera presentaban la mesa Mew de Hadid, fabricada en poliuretano de un único color.
En la feria, otras empresas exponían trabajos de la arquitecta. Los estantes de granito negro tallados a mano que bautizó como Valle y que, efectivamente, recuerdan a una cordillera los ha producido Citco. También la austríaca Swarovski exponía centros de mesa firmados por Hadid.
A tenor de su producción como diseñadora, en el momento en que falleció había pasado a formar parte de los pabellones de la feria de mobiliario más importante del mundo.