Una paradoja de las crisis: la destrucción también puede actuar como estímulo para acelerar la innovación. La pandemia no fue una excepción. En el ámbito empresarial, el experimento forzoso del teletrabajo impulsó notables avances en campos como la tecnología o la comunicación. En general, lo más reseñable no fue el número de empresas que quebraron, sino el ingenio con el que se reinventó la mayoría.
El viaje del Apollo 11 dio nombre a los moonshots: proyectos que plantean ideas radicales a grandes problemas. Los moonshots son la llave para resolver los grandes retos que se desarrollan actualmente.
Nos enfrentamos con urgencia a nuevas emergencias como la crisis medioambiental o la interrupción de la cadena de suministro y la crisis energética.
Esto nos indica que los fundamentos básicos con los que dirigimos nuestras organizaciones tendrán que cambiar, dirigiéndose hacia un nuevo tipo de organización, ágil y basada en el cambio como norma.
“En lugar de achantarnos ante la incertidumbre, utilicemos las extremas conmociones externas que estamos experimentando como impulso para ampliar las prometedoras prácticas que se han desarrollado durante las últimas décadas, pero que han quedado como implementaciones de nicho”, dice Executive Excellence en un reciente artículo sobre el Foro Druker 2022.
Frente al enfoque estático y superficial del cambio para sobrevivir, es necesario una visión dinámica y consciente del cambio, para transformarse y crear oportunidades a partir de los desafíos del aprendizaje de la situación actual y las pasadas.
Es más necesario que nunca recuperar la filosofía del Moonshot thinking o de innovación disruptiva.
Hay una multitud de maneras de llegar a ese momento en el que algo que se creía casi imposible parece no serlo. Así lo describe Astro Teller, conocido como el Capitán de los Moonshots, el científico que analiza las propuestas más innovadoras que se originan en Google.
Nuestra experiencia como facilitadores del cambio (plug&go), nos ha permitido desarrollar una metodología propia basada en el “Moonshot thinking” que integra al espacio de trabajo como un dinamizador y facilitador de estos procesos de transformación, a la par que una herramienta de inspiración donde albergar el propósito, la comunidad y la conexión.
En cada proyecto, nos planteamos el por qué de las cosas y no el para qué: ¿Cuáles son los objetivos de negocio a medio plazo? ¿Qué modelo de liderazgo buscamos? ¿Qué integración intergeneracional queremos? ¿Cómo aplicar criterios de bienestar que mejoren productividad, el compromiso y el orgullo de pertenencia? ¿Qué clúster de perfiles hay en la empresa?