El ser humano, como especie, es absolutamente «social». Necesitamos la comunidad. Y esto nos lleva al concepto de oficina «aldea» o «pueblo»: un lugar con propósito, comunidad y conexión.
Los espacios de trabajo siempre han sido un lugar de encuentro entre personas, lugares en los que se produce un intercambio social y donde se despliegan las relaciones interpersonales.
Sin embargo, debido a la crisis sanitaria provocada por la Covid-19, nos hemos visto obligados -en muchos casos- a abandonar nuestros espacios de trabajo habituales para centrarnos en el home office. Y ahora, cuando llega el momento de regresar a una oficina cuyos espacios y protocolos han cambiado, es común preguntarse ¿cómo será el regreso a la oficina?
En lo relacionado a nuestro trato con otras personas debemos saber que, a pesar de la Covid-19 y cambien lo que cambien los espacios de trabajo, estos siempre buscarán crear comunidad.
La arquitectura corporativa incide y marca la experiencia de las personas en su interacción social, ofreciendo múltiples posibilidades para su comunicación con puestos variables, desde salas de equipo hasta áreas de aprendizaje o showrooms de marca.
La oficina: propósito, para crear comunidad y conexión
En la actualidad, gracias al desarrollo de la tecnología y a que vivimos en un entorno digital, disponemos de muchas facilidades para el intercambio de ideas sin acceder físicamente a las instalaciones corporativas. Sin embargo, ir a la oficina siempre será necesario para transmitir energía humana, tal como explica Covadonga G. Quintana “Si nos planteamos para qué vamos realmente a la oficina -que no podamos hacer en cualquier otro sitio-, vemos que vamos a la oficina para tres cosas: propósito, crear comunidad y conexión. Porque es difícil conectar propósito y ADN de la compañía a través de una plataforma digital, es muy difícil conectar y crear ese vínculo emocional con el equipo en una plataforma digital y es muy difícil la conexión con otros partners o el networking”.
Es por ello que en esta situación se hace mucho más evidente que las personas somos sociales. Ahora, cuando somos más vulnerables, nos hemos dado cuenta de que somos interdependientes; hemos asimilado que hemos podido vivir toda nuestra vida gracias a que otros han hecho su trabajo; que cada uno de nosotros no somos nada sin todos los demás. Y necesitamos “vivir” en comunidad.
En plug&go, en lo que respecta a los cambios del sector de oficinas y la forma en la que se va a trabajar tras el confinamiento, no nos aventuramos a predecir cambios de paradigmas porque este impacto, además de nuevo, está absolutamente vinculado a emociones. Pero estamos convencidos de que la oficina tendrá más sentido que nunca como anclaje de marca y como facilitador de experiencias sociales. E iremos a la oficina porque queramos ir, no porque tengamos que ir.