En un entorno laboral, es fundamental que todos los empleados se sientan cómodos y bienvenidos, independientemente de sus capacidades, diversidades o necesidades. Nadie lo pone en duda a estas alturas, pero, ¿realmente son las organizaciones capaces de eliminar sesgos discriminatorios? ¿Han pasado realmente a la acción?
Que la diversidad sea un hecho en la empresa no implica necesariamente una actitud inclusiva, ya que inclusión es acción, es decir, para serlo hace falta la intencionalidad de sacar lo mejor de la diferencia.
Según EURES (EURopean Employment Services), las organizaciones que apuestan por la inclusividad mejoran drásticamente los resultados y gozan de mejor reputación entre los posibles empleados. Se ha demostrado, con un sorprendente porcentaje de un 87%, que los equipos en los que prevalece la diversidad toman decisiones más acertadas, a la vez que el 76% de los solicitantes de empleo consideran importante la existencia de una cultura de la diversidad a la hora de evaluar un puesto dentro de una empresa.
El diseño inclusivo no solo se trata de cumplir con normativas de accesibilidad, sino de atender la diversidad en todas sus dimensiones: género, discapacidad, cultura, LGTBI+ y edad. Cada persona trae consigo sus propias experiencias, valores y perspectivas, lo que enriquece la interacción y la colaboración.
Es importante reconocer y valorar las diversas identidades y experiencias que las personas traen consigo, y entrar en acción con diferentes actuaciones; por ejemplo:
- Incorporar en el Employee Journey Map este enfoque desde el principio, desde el proceso de selección.
- Implementar políticas de comunicación interna orientadas a concienciar a toda la plantilla de la importancia de acoger a los demás, cada uno con su particularidad, evitando así la discriminación. También haciendo patentes los beneficios de la inclusividad. Porque un ambiente acogedor hace maravillas para la moral del equipo. Cuando los empleados sienten que su bienestar es una prioridad, se genera un sentido de pertenencia que puede transformar la cultura organizacional.
- Facilitar el trabajo flexible y las modalidades remotas, atendiendo a las necesidades.
- Promover el lenguaje inclusivo para que todo el mundo se sienta bienvenido, evitando el lenguaje sesgado.
- Asegurar que todos los empleados, independientemente de su edad, tengan acceso a herramientas tecnológicas que faciliten su trabajo. Esto puede incluir desde software intuitivo hasta equipos ergonómicos. Además, ofrecer capacitación sobre nuevas tecnologías puede ayudar a cerrar la brecha generacional y fomentar la colaboración.
- Crear un ambiente que promueva la inclusión es clave. Esto puede incluir la organización de experiencias, como talleres o eventos sociales, donde los empleados de diferentes edades puedan compartir sus experiencias y aprender unos de otros.
- Crear entornos de trabajo inclusivos.
Espacios de trabajos inclusivos
Vamos a dedicar especial atención a este epígrafe, ya que plug&go es una empresa de arquitectura corporativa.
Un espacio de trabajo inclusivo pasa -en primer lugar- por crear espacios accesibles, tanto físicos (por ejemplo, rampas para sillas de ruedas, aseos accesibles, signos en Braille) como digitales (por ejemplo, tecnología compatible con dispositivos de asistencia). Además, el diseño debe considerar prioritariamente la salud (física, emocional y social) y la ergonomía para prevenir lesiones y promover el bienestar de todos los empleados, independientemente de su edad y capacidad física. Pero, un espacio de trabajo va mucho mucho más allá.
El diseño de una oficina que atienda a la diversidad debe ser estratégico y reflexivo, teniendo en cuenta las diferentes necesidades, diversidades, preferencias y estilos de trabajo de cada persona.
Por ejemplo, los Baby Boomers pueden tener una fuerte ética de trabajo y experiencia, mientras que los Millennials y la Generación Z suelen ser más adeptos a la tecnología y valoran la flexibilidad. Esta mezcla puede generar un ambiente dinámico y creativo, pero también puede presentar desafíos en la comunicación y la comprensión mutua. Crear espacios de encuentro entre ellos abrirá canales de comunicación. Los espacios colaborativos, zonas de trabajo flexibles y áreas de descanso bien diseñadas son solo algunas de las maneras en que podemos crear esos canales.
Lo importante, como decimos siempre, es diseñar e implementar un espacio pensando no solo en el «qué» sino en el «por qué».
- Espacios de trabajo flexible, creando espacios que se adapten a diferentes estilos de trabajo, clústeres y personas. Esto incluye áreas de trabajo colaborativas, donde los empleados puedan socializar, así como espacios más tranquilos y privados para los momentos de mayor concentración. La oficina flexible nos permite dar lo mejor de nosotros mimos en cada momento, según necesidades funcionales, ergonómicas, número de usuarios, momento emocional, etc.
- Espacios de descanso y socialización. Las áreas de descanso son esenciales para fomentar la interacción entre empleados y colaboradores, especialmente en entornos en los que conviven diferentes generaciones.
- Con branding, con un diseño interior atractivo para todos, y que al mismo tiempo sea una herramienta para crear y reflejar la identidad de la empresa. Y esto va mucho más allá de incluir su logotipo: por ejemplo, si uno de los valores de la marca es la sostenibilidad, el espacio de trabajo debe incluir este valor y transmitirlo. Porque el espacio de trabajo nos dice mucho sobre lo que cuenta una empresa, sobre si lo que cuenta de sí misma es cierto o no.
- Incluir áreas dedicadas al aprendizaje y desarrollo profesional, donde aprender unos de otros.
Son solo algunos ejemplos sencillos y conocidos para ilustrar que el espacio de trabajo es un catalizador para la creación de entornos laborales inclusivos. ¡Hagamos de nuestras oficinas un lugar donde cada persona se sienta valorada y empoderada!