La transformación digital, impulsada por la pandemia, está dando paso a una nueva cultura del trabajo con prácticas flexibles, que afecta tanto a las grandes corporaciones como a las pequeñas y medianas empresas.
Según los expertos, podemos confirmar que muchos trabajadores van a seguir trabajando desde sus casas -mayoritariamente en modelos híbridos- después de haberlo hecho obligados por la pandemia.
Para llegar a estos modelos, ha sido decisiva la madurez de las tecnologías que sustentan la colaboración remota, y una nueva cultura de trabajo a la que Microsoft acuñó con el nombre de Modern Workplace.
El Modern Workplace de Microsoft es un entorno virtual con soluciones integrales de software colaborativo, comunicaciones y seguridad desde el punto de vista tecnológico. Su éxito ha sido rotundo. Pone a nuestra disposición un amplio catálogo de herramientas para fomentar la colaboración en las empresas, como Microsoft Teams, Office 365 y SharePoint.
Modern Workplace, un cambio cultural sin precedentes
Pero lo importante de este término es que designa un cambio cultural y una nueva forma de trabajar de las empresas, que ya es una realidad.
El Modern Workplace entiende que la ubicación es irrelevante, en mayor grado según el tipo de trabajo realizado. Los trabajadores del conocimiento, por ejemplo, no necesitan estar en un sitio específico para hacer su trabajo. Para estos profesionales, equipados con dispositivos móviles, la ubicación es una elección.
Por ello, el aspecto clave no es dónde trabajamos, sino cómo trabajamos. Hay puntos básicos que diferencian el trabajo en oficina tradicional al de los entornos virtuales, como la flexibilidad y el desempeño basado en resultados, por ejemplo.
Por lo tanto, la pregunta es: ¿Solo con sofisticados softwares o los últimos dispositivos, será suficiente para conseguir un Modern Workplace? La tecnología es solo una cara de la moneda.
Las tecnologías -especialmente las colaborativas- pueden servir de ayuda a la hora de responder a las nuevas demandas de las plantillas, que son mucho más exigentes que antes de la pandemia en términos de flexibilidad y conciliación vida laboral/personal.
Sin embargo, para una respuesta eficiente también es necesario atender a otras dos dimensiones del Modern Workplace: la cultural y la física.
El cambio cultural y de liderazgo quizá sea el más profundo. El Modern Workplace solo puede ser real si va acompañado de una transformación cultural transversal, que llegue a cambiar las dinámicas de trabajo de la organización y hasta la propia manera de entender el concepto del trabajo, tanto por parte de los empleadores como de los trabajadores. El puesto de trabajo moderno necesita un liderazgo participativo y horizontal frente al tradicional, paternalista y vertical; requiere de una cultura flexible basada en la mutua confianza y en los resultados, que empodere a los trabajadores y les confiera mayor autonomía.
La llegada de estos nuevos estilos de liderazgo exige la renovación de los espacios de trabajo. De nada sirve gestionar equipos de forma diferente, si el espacio de trabajo pone trabas a esas dinámicas que tratan de impulsar los nuevos directivos.
En el Modern Workplace, la oficina tiene más sentido que nunca como anclaje de marca y como facilitador de experiencias sociales.
Y aquí entra en juego la tercera dimensión del Modern Workplace, la dimensión física. Consiste en crear espacios de trabajo flexibles, que cubran nuevas necesidades y faciliten estas culturas corporativas a las que estamos haciendo referencia.
Gracias a la tecnología podemos trabajar desde cualquier sitio, pero ir a la oficina en diferentes momentos seguirá siendo necesario. Seguiremos acudiendo a la oficina para crear comunidad y conexión. Porque somos seres sociales y porque es difícil conectar propósito y ADN de la compañía a través de una plataforma digital. Es muy difícil conectar y crear un vínculo emocional con el equipo en una plataforma digital y es muy difícil la conexión con otros partners o el networking.